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"Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre"

Me he puesto a pensar últimamente en cuales son las frases que más digo y por qué, en qué siento cuando las digo. Una de las que más me gustan es efectivamente el título de esta entrada "Ni tanto que queme al Santo, ni tanto que no lo alumbre" porque creo que me responde a mi misma. Soy una persona muy intensa y continuamente voy de un extremo a otro. Mis conflictos suelen terminar con frases como "entonces ya no quiero nada" "No vuelvo a _________ (fill in the blank with a bunch of situations)" Porque soy intensa, extremista y según esto decidida. Es un carácter que en ocasiones es muy bueno porque logro muchas cosas que me planteo. Sin embargo, también es malo porque cuando tomo decisiones completamente viscerales las cosas no llevan a nada bueno. Cierro por completo canales de comunicación, oportunidades e incluso momentos. Simplemente acabo con ellos. Los mato. Nada más pienso "¡no, ya no quiero! ¡NUNCA!" y poco tiempo después me suelo arrepentir. ¿Entonces? Mi misma: calmada, ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre... Sí enójate, es sano, pero no te lo quedes. Sí vuélvete una intensa en los objetivos que persigues, pero no descuides todo lo demás... y así podría seguir. Pero no es sólo por mis conflictos existenciales que uso mucho y me gusta este refrán. También es mi manera de poner sobre la mesa, y como una respuesta, eso que en filosofía llaman el "Justo medio Aristotélico" es no irte a extremos, es buscar lo que es mejor. Mayor beneficio a menor costo. Así de sencillo, he contestado en debates, peleas, discusiones con maestros, platicas simples de temas taaaan complicados como política y religión. Aunque que me gusta, creo que todavía no logro vivirlo por completo. Sigo persiguiéndola.