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Mudanza ajena

Mi abuelo materno era una persona muy culta. Era abogado e ingeniero, pero también periodista de oficio. Tenía un carácter bastante fuerte, era de formación militar, pues su papá era General. Sin embargo, cuando yo nací dicen que cambió mucho. Fui la primera nieta y una nueva faceta de su vida comenzó. Me enseñaba muchas cosas y picaba mi curiosidad. Continuamente me platicaba historias de Gulliver, el famoso personaje de Jonathan Swift; me contaba cosas que leía en periódico, me enseñaba de política y hasta de futbol.

Lamentablemente hace un par de años, a raíz de un infarto, desmejoró mucho. Ya no podía hablar bien y no podíamos platicar como antes. Realmente me dolió mucho porque aproximadamente los últimos seis meses que todavía vivió en su casa y que podía caminar, comer, salir y hablar por sí mismo me acerqué mucho a él. Me regaló algunos libros y continuó enseñándome cosas. Podía platicar con todo de él. Hasta del mal de amores que tenía en ese momento. Siempre me echó muchas porras, pero también me regañaba y amenazaba con ''darme una buena tunda'' con su bastón. A partir de su problema de salud, no pudo volver a valerse por sí mismo, no pudo volver a vivir libre y a sus anchas en su casa. Vivió cerca de tres años más con muchísimos cuidados y en otra ciudad cuyo clima y altitud favorecieran su estado de salud. Cuando íbamos a visitarlo me dolía mucho verlo sin esa lucidez mental que poseía, sin sus comentarios picarescos, pero atinados, sin su característica forma sinvergüenza de ser. Tan dependiente de la gente de su alrededor, tan delgado, tan no él.

Murió el año pasado, me dolió mucho no verlo en sus últimos dos meses de vida, estaba ''muy'' ocupada. Me dolió aún más haber estado en Monterrey y no poder despedirme o ni siquiera acompañar a mi mamá y a mis tíos en su entierro.

Aunque todo eso había pasado hace ya algún tiempo y parecía ya ser un capítulo más del año pasado, durante el fin de semana fuimos a su casa. Mi mamá y mis tíos están en plena labor de limpieza, la están desocupando. Por ello, mi mamá me dijo que sería conveniente ir por las cosas que quisiéramos, en especial, libros. Fuimos entonces Dan y yo y, además de libros encontramos chunches retro, incluyendo credenciales de elector de los 50's, billetes viejísimos, lentes, bustos y estatuillas, joyas y cartas entre otros. Fue como tener recuerdos que no son míos, como ponerme a seleccionar cuales de ellos me quiero quedar, aunque no hayan sido propiamente míos, ni me lleven a ningún lugar, ni persona, ni me produzcan un sentimiento. Los escogí por cómo se veían, por lo que creía que eran, pues muchos de ellos ni siquiera sabía que existiesen. Encontré cartas de personas que nunca conocí y nunca conoceré, fotos de lugares en los que no estuve. Sentí como una selección de recuerdos que no eran míos, me sentí muy extraña. Tomé algunas cosas que no son precisamente del abuelo que yo recuerdo y conocí, pero que siento que dentro de mi sé que él y yo nos parecemos mucho, porque algunas de esas cosas me hacen creer que se parecen mucho a mi.