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La Patrona


El fin de semana pasado, algunos de los del PFLSR tenían programado un viaje a La Patrona en el municipio de Amatlán, Veracruz. Como cualquier persona que ha ido al Programa de Formación de Líderes Socialmente Responsables, yo había oido sobre La Patrona. Esta consiste en un proyecto de acción social que, a pesar de ser sumamente altruista, genera opiniones encontradas.
Oí de La Patrona por primera vez, a través de un video, que sinceramente provocó que derramara unas cuantas lágrimas. Ahí fue cuando dije que yo quería ir a alguno de los viajes, y vivirlo por mi misma...

Se preguntarán ¿qué se hace en La Patrona? un grupo pequeño de mujeres, abuelas, tías, hijas, primas, prácticamente tres generaciones busca "dar un poco de la bendición que ellas han recibido". Así es como ellas describen la labor que ya tiene 14 llevándose a cabo, darles un pequeño lunch a los migrantes centroamericanos que lleva el tren que pasa por esa comunidad a unos pasos de su casita.

Por fin fuí. La verdad fue sin el permiso explícito de mamá. Le dije que tenía que ir, que no podía seguir posponiéndolo, que era una experiencia que yo sabía que tenía que tener. Supe que no estaba muy de acuerdo, pero que me dejaría hacerlo cuando me dió algo de dinero y me llevó a donde nos quedamos de ver con los demás PFLSRitos que irían al viaje. Y nos fuimos.

Me pareció nada largo el camino debido al sueño atrasado que traía. Cuando llegamos nos encontramos con 'Las Patronas' quienes nos decían que nos estaban esperando y que era un gusto vernos. Llegamos a un lugar realmente muy humilde, con gente más humilde aún, pero con un ambiente tranquilo, y comida deliciosa.

Nos sentamos a comer unos deliciosos mixiotes que habían preparado para nosotros, arroz, tortillas y salsita. Mientras comíamos nos decían que debíamos estar listos pues el tren ya venía. De repente se escuchó el tren y todos soltamos el taco, literalmente, y corrimos, con los, panes, guisados, aguas y demás que teníamos preparados. Nos pusimos junto a las vías del tren y muy rápido agarramos cada quien lo que repartiríamos aguas, panes, guisados, etcétera.

Sentí como temblaba un poco la tierra, ví mucho humo, escuché al tren y por fin lo ví. Era muy grande, imponía, disminuyó levemente la velocidad y cuando ya estaba pasando por donde estábamos ví a los migrantes. Iban colgados del tren extendiendo una mano para intentar agarrar algo de lo que les ofrecíamos. Dimos todo lo que pudimos. Mientras extendía mi mano con aguas y panes para que los agarraran al pasar me sentía impotente, no quería que ninguno de ellos se fuera sin algo que comer o beber. Pasó el tren. Ví que varios se fueron sin nada. Eran demasiados. La comida no alcanzó. Me solté a llorar. Como que me temblaban las manos y algo dentro de mi se había estremecido fuertemente, y no precisamente por el paso del tren, si no que los ví y pensé en que tenían mi edad, en que eran muy jóvenes, me pregunté que tantos factores los habían llevado a tomar ese tren para llegar a E.E. U.U. con todos los riesgos y sinsabores que esto implica. La amiga que inició las visitas a las patronas sólo me abrazó, claramente entendía lo que sentía.

Regresamos a terminar de comer y juntamos más pan, aguas y refrescos pues nos disponíamos a ir a la estación del tren en Orizaba. Ahí los migrantes se bajan y caminan hasta después de la estación para tomar el tren cuando este salga pues los trenes no pueden entrar con ellos a la estación. Nos pusimos cerca de la estación para que cuando fueran caminando nos vieran y pudiéramos darles pan a los que faltaron. Empezaron a llegar y les empezamos a repartir. Cuando comencé a darles un vaso con algo de beber no pude y empecé a llorar otra vez. Me dije a mi misma: "cálmate, míralos, ellos están sonriendo" y lo estaban. Ellos aunque no traían nada más que lo que vestían estaban sonriendo. Nos sentamos a platicar con ellos, bromeaban con nosotros. Eran agradecidos con nosotros, muy respetuosos.

Mientras convivíamos con ellos, al platicar con uno de ellos me decía que ya sabía que las patronas les daban comida, le pregunté cómo lo sabía, me dijo que era la tercera vez que entraría a Estados Unidos, le pregunté porqué se arriesgaba tanto, me dijo que había sido deportado dos veces más y que su esposa e hijos estaban allá y no podía dejarlos. No supe que más decir.

De verdad son personas que a causa de la falta de buenos gobiernos y de oportunidades no han podido desarrollarse en sus países, no han podido construir una vida y siendo tan jóvenes se exponen a toda clase de peligros con el fin de lograr construir algo para ellos y para sus familias. Muchos de nosotros lo tenemos todo, vivimos como reyes, tenemos la posibilidad de desarrollarnos y nos la pasamos en la mediocridad, en la flojera y en el no querer dar un poquito más allá de lo que nos toca.


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